Camino con ciprés bajo el cielo estrellado

Auvers-sur-Oise, mayo de 1890

Óleo sobre lienzo

92 x 73 cm.

F 683, JH 1982

Otterlo, Kröller-Müller Museum

Para Vincent van Gogh, los cipreses eran un motivo recurrente en su obra, y los utilizó en muchas de sus pinturas de paisajes, especialmente durante su estancia en el sur de Francia en la década de 1880. Los cipreses se convirtieron en un elemento icónico y muy personal en la obra de Van Gogh, y se sabe que el artista les dio un significado simbólico muy profundo.

Para Van Gogh, los cipreses eran una representación de la naturaleza en su forma más sublime y espiritual. Los veía como un medio para conectarse con lo divino y lo eterno, y como una metáfora de su propia búsqueda espiritual y emocional. En sus cartas a su hermano Theo, Van Gogh escribió sobre los cipreses en términos muy poéticos y emotivos, describiéndolos como «hermosos, misteriosos y melancólicos».

Además, los cipreses también tenían un significado cultural y geográfico para Van Gogh. Al estar en el sur de Francia, donde los cipreses eran una presencia común en el paisaje, se convirtieron en una parte integral de su entorno y su identidad artística. También estaban asociados con la cultura del Mediterráneo, que Van Gogh admiraba y en la que encontraba inspiración.

Para Vincent van Gogh, los cipreses eran un motivo muy personal y simbólico en su obra. Los veía como una representación de la naturaleza en su forma más sublime y espiritual, como una metáfora de su propia búsqueda espiritual y emocional, y como una parte integral de su entorno y su identidad artística. Los cipreses son un ejemplo del uso de la naturaleza como un símbolo en la obra de Van Gogh, y su representación poética y emotiva de este motivo sigue siendo una de las características más destacadas de su estilo artístico.