Óleo sobre lienzo
44,0 x 32,5 cm.
Nuenen: marzo-abril de 1885
F 167, JH 689
Museo Kröller-Muller
El retrato de la vida campesina en su esencia más pura Van Gogh se inclina hacia una representación austera y purista del campesino en su pintura. Después de un largo y duro día de labor en los campos, la figura del hombre en la obra se sienta a disfrutar de su humilde comida, producto de su propio esfuerzo. Lejos de idealizar la vida en el campo, Van Gogh busca enmarcar la existencia franca y áspera del campesino, simbolizada en sus rasgos bruscos, su baja frente y sus labios prominentes.
Antecedente a una obra maestra Este cuadro, titulado «El hombre en la mesa», se concibe como un boceto preparatorio para la pieza maestra que Van Gogh concebiría poco después, «Los comedores de patatas«. En este trabajo, se puede ver a Van Gogh experimentando con la representación de una figura bajo una luz parcial. Sutiles trazos de color sobre el rostro y la ropa del hombre esbozan su perfil en la penumbra de la cabaña.
Un tributo a la familia De Groot-van Rooij El modelo elegido para esta obra es Francis van Rooij, tío de Gordina de Groot, una de las modelos femeninas de Van Gogh. Francis comparte su hogar con su hermano y hermana solteros, y con su otra hermana y su esposo, Cornelis de Groot. La presencia habitual de Van Gogh en el hogar de la familia De Groot-van Rooij fue la fuente de inspiración para «Los comedores de patatas».