Montañas en Saint-Rémy

La naturaleza tenía un significado casi religioso o trascendental para Van Gogh. A diferencia de los primeros impresionistas, que a menudo pintaban la vida urbana, el artista sentía que la ciudad, en particular París, era un lugar de iniquidad, intrínsecamente insalubre. Frente a la industrialización y la modernización (la Torre Eiffel se construyó el mismo año en que se pintó este lienzo), Van Gogh añoraba con nostalgia un entorno rural poblado de campesinos bonachones y temerosos de Dios como los pintados por Jean-François Millet, uno de sus héroes. Este ideal utópico, basado en la creencia en la capacidad regeneradora de una cultura “primitiva”, lo compartía el amigo de Van Gogh, Paul Gauguin, que buscó la redención más lejos de casa, entre la gente de Tahití.

Óleo sobre lienzo
72,8 x 92 cm.
Saint-Rémy: julio de 1889
F 622, JH 1766

Museo Solomon R. Guggenheim, New York