Durante su estancia en Arles, en el sur de Francia, entre 1888 y 1889, Vincent van Gogh realizó una serie de pinturas y dibujos sobre un tema en particular: el Puente de Langlois. Esta serie de obras refleja tanto el interés de van Gogh por los paisajes y las escenas cotidianas como su fascinación por el color y la luz.
El Puente de Langlois, también conocido como el Puente de l’Anglais, era un puente levadizo en Arles que era operado manualmente. Van Gogh se sintió atraído por este pintoresco lugar y lo retrató en diferentes momentos del día y desde diferentes ángulos, capturando la interacción entre las personas, la arquitectura y el paisaje.
Entre las obras más conocidas de esta serie se encuentran «El Puente de Langlois con lavanderas» y «El Puente de Langlois en Arles«. En estas pinturas, van Gogh utiliza colores vivos y pinceladas audaces para crear escenas vibrantes y dinámicas. La representación de las lavanderas trabajando cerca del puente refuerza la temática de la vida cotidiana y el trabajo manual que estaba presente en muchas de sus obras de este período.
Las pinturas del Puente de Langlois también reflejan la influencia del arte japonés en el trabajo de van Gogh. La composición plana, los colores brillantes y la atención a los detalles en la naturaleza son características del ukiyo-e, el estilo de grabado japonés que van Gogh admiraba y coleccionaba. De hecho, van Gogh mencionó en sus cartas que quería pintar el Puente de Langlois porque le recordaba a los puentes y los canales que aparecen en las estampas japonesas.
La serie del Puente de Langlois es un ejemplo destacado de la habilidad de van Gogh para transformar las escenas cotidianas en obras de arte vibrantes y emocionales. A través de estas pinturas, van Gogh no solo capturó la belleza del paisaje de Arles, sino también la vida y el trabajo de las personas que vivían allí. Al hacerlo, creó una serie de obras que son tanto un retrato de un lugar y su gente como una exploración de color, luz y forma.