Durante su estancia en Arlés, van Gogh, entabló amistad con el cartero Joseph Roulin. Éste, y su familia, compuesta por su esposa Augustine y sus tres hijos: Armand, Camille y Marcelle aceptaron posar para él, lo que permitió a van Gogh contar con varios modelos, cosa poco habitual, ya que le era muy difícil conseguirlos por cuestiones económicas.
Van Gogh pintaba muchos paisajes, pero sobre los retratos opinaba: «es lo único en la pintura que me entusiasma hasta el fondo del alma, y me hace sentir el infinito más que cualquier otra cosa.»
Esta serie consta de varios retratos de cada uno de los miembros de la familia.