Camille Pissarro (1830-1903) fue un pintor impresionista francés nacido en las Islas Vírgenes Danesas (actualmente Islas Vírgenes de los Estados Unidos). Fue uno de los principales artistas del movimiento impresionista, aunque a menudo se le atribuye una posición secundaria detrás de otros grandes maestros del movimiento como Monet o Renoir.
Pissarro y Van Gogh se conocieron en 1886, cuando Vincent se mudó a París para unirse a su hermano Theo. Pissarro era ya un artista establecido y un veterano del movimiento impresionista. Van Gogh, por otro lado, estaba empezando a dar sus primeros pasos en el mundo del arte y estaba ansioso por aprender de los maestros del movimiento impresionista.
En su correspondencia, Van Gogh elogió a Pissarro por su habilidad para capturar la luz y el color en sus pinturas. También lo admiraba por su habilidad para crear composiciones equilibradas y armoniosas. En una carta a su hermano Theo, Vincent escribió: «El Sr. Pissarro tiene una visión tan delicada y sensible que él solo puede pintar cosas que sean verdaderamente bellas y bien hechas».
Pissarro, a su vez, también tenía una gran estima por Van Gogh. En una carta a su hijo Lucien, Pissarro escribió sobre la obra de Van Gogh: «Hay algo en sus cuadros que me gusta. Es lo mismo que sucede con las verdaderas obras maestras, uno no puede explicar por qué son tan atractivas, pero lo son».
A pesar de que Pissarro y Van Gogh tenían diferentes enfoques artísticos, se mantenían en contacto y se seguían el uno al otro en su trabajo. En particular, Pissarro tuvo una influencia significativa en la obra de Van Gogh, en particular en su uso de la técnica de «divisionismo» o «puntillismo«. Pissarro era un defensor de esta técnica, en la que se aplican pequeñas pinceladas de diferentes colores para crear una impresión de luz y sombra. Van Gogh adoptó esta técnica en su obra posterior, incluyendo su famosa serie de Girasoles.
La relación entre Pissarro y Van Gogh se mantuvo a lo largo de los años, incluso cuando Van Gogh se trasladó a Arles, en el sur de Francia, para trabajar en su propia obra. Pissarro siguió enviándole críticas constructivas sobre sus pinturas, animándolo en su trabajo.
Aunque no eran los mejores amigos, la relación entre Pissarro y Van Gogh se caracterizó por el respeto mutuo y la admiración por el trabajo del otro. Ambos artistas influyeron en el arte del otro y ayudaron a definir el arte de su tiempo.