Camille Pissarro (1830-1903) fue un pintor impresionista francés que tuvo una gran influencia en la pintura del siglo XIX. Vincent van Gogh (1853-1890), por su parte, fue un pintor postimpresionista holandés conocido por su uso vibrante del color y su técnica de pinceladas fuertes e intensas.
La relación entre Pissarro y Van Gogh comenzó en 1886, cuando Van Gogh se trasladó a París para unirse a su hermano Theo, quien era un comerciante de arte en la ciudad. Allí, Van Gogh tuvo la oportunidad de conocer a Pissarro, quien era uno de los líderes del movimiento impresionista.
En la correspondencia que mantuvieron, Van Gogh describió a Pissarro como un «viejo amigo» y lo elogió por su habilidad para capturar la luz y el color en sus pinturas. A su vez, Pissarro también elogió a Van Gogh por su uso audaz y expresivo del color.
Aunque la amistad entre los dos artistas se vio interrumpida en algunas ocasiones debido a diferencias en cuanto a enfoques artísticos y políticos, ambos compartieron un respeto mutuo y una admiración por el trabajo del otro. Pissarro también tuvo una influencia significativa en la obra de Van Gogh, en particular en su uso de la técnica de «divisionismo» o «puntillismo», en la que pequeñas pinceladas de diferentes colores se mezclan en el ojo del espectador.
En 1887, Van Gogh se mudó a la ciudad de Arles en el sur de Francia y comenzó a crear algunas de sus pinturas más icónicas. Durante este tiempo, Pissarro mantuvo correspondencia con Van Gogh, animándolo en su trabajo y enviándole críticas constructivas sobre sus pinturas.
A pesar de las dificultades que experimentaron en su amistad, la relación entre Pissarro y Van Gogh es un testimonio de la influencia que los artistas pueden tener en la vida y obra de sus colegas. A través de su amistad y correspondencia, Pissarro y Van Gogh se inspiraron mutuamente y ayudaron a definir el arte de su tiempo.